Martínez Ruiz, José (1873-1967)
REFLEXIONES
En los testamentos autorizados en Zaragoza existe, hace siglos, la costumbre de que el notario haga constar sí el otorgante laga alguna cantidad para el hospital de Nuestra Señora de Gracia. Esta práctica se ha contador de un ferrocarril en España, debe ser trasladada a su paisano, el vecino de Jerez José Díez-imbrechts; si Calero planeó en 1830, estando en Londres, el ferrocarril de Jerez al Puerto, Díez-Imbrechts había ya, el año anterior, trazado el proyecto de una vía férrea que iba de Jerez al Portal. La Real orden de esta concesión lleva la fecha de 23 de septiembre de1829. A una distinguida personalidad jerezana, D. Amalio Saiz de Bustamante, se debe el descubrimiento y divulgación de los documentos que acreditan esta prioridad de Imbrechts sobre Calero, y fijan una fecha memorable en los anales de nuestra Patria. Pero el problema de los ferrocarriles es vasto y complejo; habría que examinar, aparte de lo apuntado ya en otro artículo, todas las incidencias a que dio margen el ferrocarril que por primera vez atravesó la frontera hispanofrancesa.
En 1851, la Diputación de Navarra proyectó un ferrocarril que, partiendo de Pamplona, atravesase el valle de tos Alduides y acabase en San Juan de Pie de Puerto. E1 proyecto fracasó; se opusieron a tal vía los periódicos y el Parlamento. En 1851 el proyecto volvió a ser presentado; esta vez no encentro m en los periódicos ni en las Cortes la sañuda oposición anterior. Pero fracasó igualmente. Parte de la opinión militar se opuso a que se abriese esta comunicación con Francia. Resumió tal opinión el coronel D. José Gómez de Arteche en un trabajo publicado en una revista militar. Hay que decir que, si algunos militares se oponían al proyecto, había otros que lo defendían; lo defendió valientemente, y con convincentes razones, el brigadier y diputado D. Antonio Ramírez Arcas. En un folleto publicado por este señor, folleto que lleva el titulo de Sobre ferrocarriles que crucen el Pirineo, se halla toda la argumentación de quien propugnaban el ferrocarril de los Alduides. Gómez Arteche, apasionado del país vasco, decía en su trabajo que el ferrocarril de los Al duides entrañaba un grave peligro para la seguridad del Estado.
Toda su argumentación a favor del ferrocarril de Irún y en contra del alduino se basa en esta consideración de carácter militar: la frontera, según Gómez Arteche, debe ser atravesada por los dos puntos extremos. Una de esos puntos es Irún. El brigadier Ramírez Arcas destruye con facilidad la argumentación de Arteche; Francia contaba para meter en España sus ejércitos con diez vías a propósito, entre carreteras y caminos vecinales. Le bastaba con eso y no tendría necesidad de utilizar el ferrocarril proyectado de los Alduides. Además, ¿por dónde entraron en 1823 los cien mil hijos de San Luis? Entraron con facilidad maravillosa por el camino de Irún. El ferrocarril de Irún impone a toda una región española un largo rodeo para entrar en Francia; no se trata de un "pequeño rodeo", como dice Arteche, sino de una vuelta considerable. Un habitante de Barbastro que se dirigiera a Tarbes tendría que recorrer, yendo por el Bidasoa,
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