El primer tranvía (urbano) español: Jerez de la Frontera.
Siempre se había dicho que el primer tranvía (urbano) en España fue el de Madrid. Pues va a ser que no, y que conste que soy madrileño e hijo de madrileños.
La revista Vía Libre, publicada por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, publicó en el número de Noviembre de 2006, en la página 83, un corto estudio firmado por Francisco Sánchez Martínez “Apuntes para una historia del tranvía de sangre de Jerez de la Frontera”. Han pasado más de ocho años y ese estudio, esa noticia del primer tranvía (urbano) español, ha pasado desapercibido; parece que a nadie interesa conocer la verdad histórica.
El tranvía, de tracción animal, unía la plaza del Arenal con la Estación. Parece que se inició el servicio en Abril de 1859, y duró hasta 1890.
Hoy podemos acceder, sentados en nuestra casa ante el ordenador, a una gran cantidad de periódicos, con tal de que sean anteriores a 1936... Buscando informaciones relacionadas con los ómnibus de Madrid, me tropecé con una noticia en el periódico “La Esperanza” del 19 de Octubre de 1863, en la que había una referencia al tranvía de Jerez, y que decía así:
“He aquí las principales noticias que han traído los periódicos:
“Escriben de Jerez de la Frontera que el día 14 por la tarde llegó a aquella ciudad la Emperatriz Eugenia, a quien recibió el señor alcalde, negándose aquella a admitir carruaje. Desde la estación a la ciudad fue la Emperatriz en el coche que sirve para la conducción de los viajeros por el tram-vía que atraviesa la población. Allí fue a pie por diversas calles, visitando la bodega del Sr. Garvey y el patio del Casino, regresando en el mismo coche a la estación, donde montó en un tren especial que al efecto se dispuso”.
Analicemos un poco la noticia. La Emperatriz Eugenia era Eugenia de Montijo, una española casada con Luis Napoleón III, Emperador de los franceses. Nació en Granada, aunque muchos la consideran carabanchelera, por estar allí situada la finca familiar.
Con una destacada personalidad, es una figura controvertida. En la noticia, cuando bajó del tren en Jerez y salió al exterior de la Estación, rechazó utilizar el coche de caballos que, cortésmente, ponía a su disposición el Alcalde. Le debieron brillar los ojillos cuando descubrió el humilde tranvía (llamado popularmente “el bombo”). Y probablemente se dijo “ésta es la mía”. Sin duda alguna, ella había visto los tranvías que en París puso en servicio Loubat en 1855. Y aquella era una oportunidad única de poder viajar en aquel humilde vehículo, algo que ella, la Emperatriz, no hubiera podido hacer en París. ¿Nos imaginamos la cabalgata formada por el pequeño “bombo” tirado por dos jamelgos, marchando delante de la lujosa carroza que con un magnífico tiro de caballos lo escoltaba? Apostaría a que poco me he alejado de la realidad en mi descripción.
Si se me permite el juego de palabras, aquel fue un tranvía imperial, aunque no tuviera imperial.
Algún día escribiré un detalle sobre el españolismo de Eugenia de Montijo, en relación con un tema ferroviario.
Publicado por José A. Tartajo
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