La Compañía de los Ferrocarriles Andaluces encargó a su arquitecto, el belga León Beau, que proyectara la nueva estación jerezana. Este afamado proyectista pensaba que los edificios -además de servir para recibir trenes, pasajeros y mercancías- debían de encajar con los edificios de la ciudad y apostó por uno de piedra y ladrillo de 103 metros de planta a lo largo de las cuatro vías de servicio que acabaría revistiendo con una cubierta metálica. Un edificio para viajeros que en sí que no destacaba de entre los demás. No hay prueba alguna de que lo hubiera llevado a cabo. Sin embargo, se conserva prácticamente intacto el actual edificio de viajeros, cuya construcción fue pareja a la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Si bien la obra ha sido ampliamente atribuida al arquitecto Aníbal González, autor, entre otros, de la plaza de España de Sevilla y del Gallo Azul, algunas fuentes dudan de su participación, máxime cuando su fallecimiento tuvo lugar en 1929. De cualquier forma, la construcción combina el historicismo del estilo renacentista con elementos mudéjares, especialmente presentes en el apartado ornamental, y regionalistas. La fachada principal está formada por un cuerpo central que en su parte baje sirve de acceso al recinto gracias a tres grandes vanos realizados con arcos de medio punto y flanqueados por pilastras. La parte superior da lugar por su estructura a una torre que alberga el reloj principal de la estación. Hay otras cuatro, dos escoltando la central y otras dos en cada extremo del edificio. Destaca la unión de elementos como la piedra y el ladrillo, de la rejería y de azulejos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario