El tren urbano toda la vida
El proyecto y los planos del Tren Urbano o “Maquinilla” como fue conocida, aunque su nombre de pila fue “
Los vagones, que ya iban cargados desde las propias bodegas, iban destinados al centro de la península, si eran cajas, o para el muelle de embarque de Cádiz, si eran vasijas. Su gran utilidad y beneficio radicaba en la posibilidad que proporcionaba a las bodegas el realizar el embarque en sus propias instalaciones así como al hecho de evitar el mal estado de los caminos, que muy dañado por el paso de las carretas de botas perjudicaba a los vinos, todo ello unido al continuo crecimiento de las exportaciones, no es de extrañar que el Tren Urbano se convirtiera en uno de los proyectos más significativos del ferrocarril en España dadas sus especiales características.
Además de lo anteriormente expuesto, el proyecto posibilitaba por una parte la reducción del tráfico que quedaría reducido a aquellas calles del recorrido, siendo menos molesto que el de las carretas, y por otra parte pretendía influir en la construcción de nuevas instalaciones bodegueras en el perímetro de la ciudad, sin embargo, esta pretensión llegaba demasiado tarde ya que en 1872, año de su inauguración, la expansión del sector comenzaba a remitir y las instalaciones de la mayoría de las grandes bodegas había quedado definida. Sin embargo, a pesar de sus beneficios, no tardaron en producirse protestas por la ocupación del espacio público.
“Yo, en los años de 1927 en adelante, vi el trenque salía de la estación de Pequeña Velocidad y el recorrido que hacía era el siguiente: La estación estaba ubicada entre las calles Medina y Porvenir, en lo que hoy se le llama, el edificio del Sherry; salía por la parte baja de la calle Ferrocarril y se unía a las vías de P.V. de Sevilla-Jerez-Cádiz, una vez en éstas, salía a Jerez junto a
En cuanto a los ramales estos son los que conocí: uno para la aserradora de Ramos-Catalina; otro para las bodegas de los Diez, calle Ferrocarril; otro para la bodega Gran Duque de Alba, que los dos estaban en la estación de pequeña velocidad; otro ramal cruzaba la carretera de Cartuja para la fábrica del gas; otro ramal se adentraba en las bodegas de Palomino & Vergara (hoy John Harveys); otro ramal en las bodegas del Marqués de Misa (también hoy John Harveys), que pasaba por un puente, donde está hoy
Este trenecito era muy peculiar y gracioso al mismo tiempo, pues a las mamás, les daba unos sustos de campeonato, cuando se oía su silbato; como este era tan potente, e iba por las calles anunciando su paso, el pitido se oía en muchas calles a la par, y bastaba solamente escucharlo, para que todas las mamás que llevaran niños andando les dijera e éstos: ‘niños, veniros para acá, que viene la maquinilla...’. Y a lo mejor, por la calle donde iban y se decía eso, no había ni vías...
Un dato curioso es que los obreros de
El desmantelamiento de la infraestructura utilizada por el tren urbano o tren del vino comienza en el año 1962 y acaba en 1969. Las máquinas convertidas en piezas de museo y algunos tramos de vías abandonadas en el interior de las bodegas son los únicos recuerdos que permanecen de este proyecto tan peculiar en la historia de nuestra ciudad.
ANTONIO VIDAL
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